martes, 1 de mayo de 2012

El cuarto de Tula


Lo primero de todo es honrar al sueño y respetarlo.
Así habló Zaratustra. F. Nietzsche


Fue en una caliente noche caribeña.  Tula en su cuarto, tratando de dormir. Recordaba las palabras del sabio, “debes reconciliarte contigo misma”. ¿Te perdonaste todas las culpas, Tula? Sabía que para dormir bien debería llegar a hacerlo. ¿Hallaste las diez verdades del día?  Tula no distingue ya la verdad de la mentira. Su alma seguía hambrienta. ¿te reíste hoy lo suficiente? Quizás. Pero de dónde la angustia, el nudo en el estómago. ¿estás en paz con dios y con el diablo? Y Tula rumiando. Las preguntas del sabio, la soledad, la noche, la ausencia, el corazón sangrando. Resignada, esperaba el día. Un calor sofocante inundaba su cuarto, y a esas horas solo deseaba despertar sobre el mar. Parece que al señor de los sueños le dio pena, porque finalmente vino por ella. Cerró sus párpados. Tocó su boca. Se apoderó de sus pensamientos, como dice el sabio. Tula, sin pensamientos, liviana como una pluma, se dejó llevar por extraños mundos de amor y locura. Y sucedió que se encendió como nunca. Su cuarto destellaba. Alguien gritó “Tula cogió candela!!” y todo el vecindario corrió para apagar el fuego. Allá fueron  Ibrahim Ferrer, Elíades, Puntillita. Carlos se quedó mirando.
Son muchos los que no creen la historia del sabio y del señor de los sueños. Afirman que Tula se encendió porque se quedó dormida, no apagó la vela y ya.